sábado, 23 de abril de 2011

It's a dirty job but someone's got to do it

En las últimas fechas he acumulado unas cuantas peplejidades, que bien podrían haberme dado material para escribir una entrada: cómo resolví el asunto del corte de pelo en una barbería milanesa y el ambientillo (olor a laca) que allí se respiraba; cómo me quedé frito en un concierto de rock moderno a más no poder (tocaban los Battles); cómo la ciudad se transforma por un acontecimiento en apariencia tan banal como una feria de muebles (se ve que los muebles son cultura, amiguitos). También podría haber hablado de cómo pude disfrutar de la victoria en buena lid de mi querido Madrid frente al Barcelona en un vibrante partido. Y también podría haber pronosticado que, tras la victoria, alguien asociaría el vigoroso juego del Madrid, que logró doblegar el preciosista juego del Barcelona, con el Mal. Ha tenido que ser José María Izquierdo, quien tiene siempre la pluma a punto para estos menesteres, el que asocie al bueno de Arbeloa con Mayor Oreja, y las tácticas de Mourinho con el alarmismo del dirigente del PP. En fin, seguiremos leyendo El País, pero...¿qué podemos esperarnos de un diario que da aún crédito a la frenología?

jueves, 14 de abril de 2011

Terminar de instalarse

Mientras iba a cortarme el pelo recordaba a Enric González quien, en su estupendo "Historias de Nueva York", venía a decir que para sentirse instalado en una ciudad necesitaba encontrar un barbero y un lugar donde lavar sus camisas (y un pedazo de piso como el que te pusieron en Manhattan, añadiría yo): de ser así, conocida además mi relación de cuasi-alergia a las camisas, estoy a punto de culminar mi proceso de instalación. El asunto del corte de pelo, empero, es más delicado de lo que parece. Porque en Milán el riesgo de que a uno lo trasquilen con uno de esos peinados hitlerianos y/o con las sienes rasuradas y flequillo estilo ensaimada, a la vista del personal que circula por la calle (acompañados, cómo no, de bigotito o de bigote-zorra) es alto.

Al final no he podido zanjar tan crucial asunto, porque el peluquero parece que tenía mejores planes para esta noche y estaba cerrando. Habrá que dejarlo para más adelante. Pero hay más elementos que me hacen pensar que aún no estoy instalado, como por ejemplo mi incapacidad para seguir unos cuantos asuntos interesantes. Por ejemplo, la política española o la italiana, cuyo último episodio, según me cuenta F., es la aprobación de la ley del proceso breve, una ley a medida que librará a Berlusconi y a (otros) criminales variados de tediosos procesos judiciales. O leer regularmente los artículos de Arcadi Espada, que hoy da una nueva muestra de cómo escribir un artículo pendenciero e inteligente. O, ya que lo mencionábamos antes, seguir el blog de Enric González...en definitiva, hacer un hueco para todas estas cosas que hacía habitualmente en Madrid, más una: escribir regularmente en este cuaderno. Aunque logre cortarme decentemente las greñas, veo que aún me queda un buen trecho para terminar de instalarme.

miércoles, 6 de abril de 2011

Ver al Madrid en Milán

El fútbol, como podrán notar, es un asunto importante. Al final logré encontrar un bar donde dan los partidos del Madrid: a base de preguntar insistentemente a prácticamente todo italiano/a que se me ponía a tiro acabó saltando la liebre: G., hermano de C., una buena amiga de F., nos habló de una pizzeria llena de pantallas gigantes en la prometedora zona Garibaldi donde podría ver el partido contra el Tottenham. Allí nos plantamos F. y yo y, sí, la zona parecía prometedora; es una pena que la viéramos sólo fugazmente porque, claro, no quería perderme el himno de la Champions e íbamos un poco justos de tiempo. El partido no tuvo mucha historia desde la expulsión de Crouch, un gesto con el logra arrebatar el título al delantero inglés más cazurro a Wayne Rooney. La diversión estuvo en el resto de las pantallas, donde pudo verse uno de los partidos más absurdos que se recuerdan. Todo era alegría tras el primer gol de Stankovic, heredero del cetro pateador yugoslavo que el facha Mihajlovic dejó en el Inter, pero acabó dando un vuelco por el que nadie habría apostado, con Raúl levantando medio césped de San Siro con uno de sus golitos. Al final del partido algunos comensales pidieron champán. Malditos milanistas.

(Coda: A petición de J., aquí está el enlace donde puede verse el delicioso pase de Seedorf).

domingo, 3 de abril de 2011

Y en el campo, un señor

A falta de opciones mejores, decidí ver el "derby" milanés de ayer en el bar más cercano, regentado por un par de chinas (en esto Milán se parece también a Madrid). La parroquia era una buena muestra de la población del barrio: había un grupo nutrido de albaneses, unos cuantos sudamericanos y dos italianos con pinta de haber vivido a fondo los excesos de los ochenta. Los extranjeros se mostraron muy identificados con los equipos y parecían conocer un montón de palabras malsonantes en italiano, sin duda un éxito desde el punto de vista de la integración. El italiano más locuaz de los presentes parecía más interesado en la moralidad de la hija de Berlusconi que en el fútbol, pues sobre este asunto hacía observaciones puntualmente cada vez que ésta (muy regia ella) era enfocada por las cámaras, en el palco.

El partido fue bastante divertido: Inter y Milán son dos buenos equipos, aunque es curiosa la capacidad del Milán para acumular en sus filas jugadores detestables: Boateng, Van Bommel, Robinho...Pero si mereció la pena verlo fue para disfrutar con el juego de un viejo conocido del Madrid, Clarence Seedorf. A sus 35 años, fue clave en la victoria del Milan gracias a una cualidad de la que carecían los demás jugadores sobre el campo: la de levantar la cabeza y pasar al compañero mejor posicionado. Como ejemplo, la jugada que antecede 2-0 y su deliciosa apertura con el exterior.



Pero pese al 3-0 y a Seedorf, y quizás por el favorcillo que nos hicieron el año pasado, de momento me cae más simpático el Inter.