lunes, 30 de mayo de 2011

Resultados Electorales


Me pide mi amigo G., un incondicional enemigo de la gobernanta de mi comunidad de origen, que comente el último resultado de las elecciones municipales y regionales tras las cuales, según me cuenta con su habitual gracejo, se siente un poco como Tippi Hedren. Poco tengo que decir al respecto, salvo que los resultados eran casi predecibles con un sencillo ejercicio de aritmética: basta tomar los resultados de las elecciones anteriores, asumir que muchos de los nuevos 3 millones de parados que se han creado desde entonces han encontrado un buen motivo para probar otras cosas, y tenemos la receta del éxito del PP. Creo que algo así se puede decir también de cara a las próximas elecciones, para las que Rubalcaba me parece un candidato tan bueno como cualquier otro para acabar palmando ante Rajoy. Más interesantes han sido los pucheros de la Chacón y/o la posibilidad en el horizonte de un gobierno PP-UPyD, ambos abordados como siempre por el agudo Espada. La primera se ha retirado denunciando "oscuras maniobras", dejando la imagen del partido aún más tocada (¿y asegurádose, de paso, el apoyo futuro del movimiento indignados-no-nos-representan para cuando esté ya madurito?), y lo segundo sería una coyuntura interesante en la que analizar de qué pasta está hecho el partido de Rosa Díez. Habrá que seguirlo con atención.

En Italia, en cambio, la izquierda vuelve con energías renovadas. Al final ganó Pisapia ampliamente en Milán, y lo celebró en plena Piazza Duomo. La celebración no fue muy distinta del acto de cierre de campaña. Si acaso, asistir a este segundo acto de la sinistra me permitió constatar la heterogeneidad de los que apoyaron a Pisapia del pijo milanés al hippy de la vieja escuela (todos con tu toque naranja, eso sí) o para darme cuenta de algunos "tics" de la izquierda local, como sus continuas alusiones a la Liberación y a la Resistencia (una pequeña dosis de superioridad moral, lo sabemos, nunca viene mal). Pero, detalles tontos aparte (había también un lumbreras con la bandera de la DDR, lo que hay que ver...), ésta es una victoria que merece ser celebrada, como hizo un exultante Umberto Eco sobre el escenario que se montó para la ocasión, por el que desfilarían a lo largo de la noche varias "celebrities" de la sinistra local. Y es que con lo plasta que me he puesto últimamente con las leyes y las reglas, creo que es normal que me alegre de la derrota de los que equipararon a los jueces que persiguen a Berlusconi con las Brigadas Rojas, o (abriendo un poco el encuadre) de que el partido que más decididamente defiende la legalidad en Italia, el del juez de mani pulite Di Pietro, se haya hecho con el poder en Nápoles. Fue en definitiva una jornada feliz en Milán, que probablemente marca el inicio (ahora sí) de un nuevo ciclo político en Italia.

viernes, 27 de mayo de 2011

Ateísmo político (desordenado)

Una de esas carambolas aeroportuarias que casi siempre deparan algo interesante me hace dar con un ejemplar gratuito de Libération, donde se publica un extracto de un diálogo (un tanto desconcertante) entre el filósofo André Glucksmann y el europarlamentario Daniel Cohn-Bendit a cuenta del concepto de “liberal libertario”. Me llama la atención la definición que da Glucksmann del "ateísmo político", que bien podría enlazarse con el “ateísmo comercial”, de cuyos perseguidores (las Iglesias Cristiana y la Comunista-que diría Bertrand Russell) nos habla Escohotado en Los Enemigos del Comercio. Esta forma de ateísmo podría aproximarse como la adhesión pragmática (es decir, racional) a una serie de principios políticos (y económicos), como el del respeto a las leyes, que tiene como fin maximizar la libertad individual. Creo que este modo de acercarse a la política sólo permite inclinarse por opciones alejadas de las fórmulas utópicas. Así, creo que es difícil encontrarse con “ateos políticos” que no defiendan alguna variante del estado liberal (como Glucksmann o Cohn-Bendit).

Con las largas horas de vuelo a cuestas pienso que es posible que esa forma de ateísmo esté más presente entre quienes mueven los resortes del poder político de lo que pensamos -por fortuna; que es una forma de acercarse a los problemas políticos que tiene de su lado la fuerza del debate sincero y de la discusión, pero que no tiene más sustento que sus resultados (a diferencia de las posiciones doctrinarias que siempre encontrarán el sustento de la fe); que es posiblemente el modo de entender la política que mejor se adapta a la era de Google y de los algoritmos y pienso también-cómo no- en la protesta de Sol que, en un acto de fe en toda regla, convencida de ser el lugar donde las recetas para ese otro mundo posible (y mejor, se entiende) podrían por fin concretarse, se consideró legitimada para quebrantar la jornada de reflexión. Y mientras que pienso en todas estas cosas con las pocas neuronas funcionales que me quedan, veo en las pantallas del aeropueto cómo Berlusconi, el hombre que se confecciona con la habilidad de un sastre milanés leyes a medida para eludir la cárcel, explica a Obama que en Italia hay una dictadura: la de los jueces de izquierdas que se empeñan en perseguirle.

Pienso finalmente que podría hilvanar todo esto para intentar llegar a alguna conclusión contundente pero no me parece que merezca la pena. Y no porque Montanelli nos advierta que en los combates de la fe contra la razón que ha presenciado la Historia, la primera casi siempre ha salido ganadora: simplemente hay cosas que no pueden hacerse con jet-lag.

domingo, 22 de mayo de 2011

Por qué no habría ido a Sol

Escribo estas líneas en una situación particular, por la cual creo que no estaré informado de los acontecimientos del día hasta pasadas bastantes horas, pero si todo procede como está previsto los concentrados de Sol desoirán la prohibición de la Junta Electoral Central y mantendrán su campamento durante la jornada de reflexión. Si tuviera que apostar a algo, diría que la policía no intervendrá y que los acampados seguirán en Sol varios días más, para jolgorio de los medios y de los tertulianos . Pero el objetivo de esta entrada no es hacer predicciones que el tiempo puede rápidamente desmentir (al parecer, acerté): el objetivo es simplemente intentar explicar porqué no comparto los métodos ni el fondo de la protesta.

Haré un esfuerzo por no ser condescendiente. Esencialmente porque, si esto hubiera ocurrido hace diez años, yo habría estado allí. Sé lo que es participar en una movilización, sé lo que es sentirse en posesión de ideas que parecen contener tanta verdad como un teorema (“democracia es el gobierno del pueblo, ergo la democracia asamblearia es superior a la representativa”) y la sensación embriagadora que supone ver que esas verdades en apariencia palmarias, que el mundo parecía obstinado en no querer ver, por fin están teniendo la repercusión que se merecen. Por eso, voy a intentar reunir algunos argumentos concretos que (creo) me habrían hecho reflexionar de encontrármelos hace unos cuantos años.

Para empezar no iría a Sol es porque me parece injustificable violar la jornada de reflexión. Vivir en un “sistema de libertades”, sean éstas consideradas sólo “formales” o tan puras como las predichas por los sistemas utópicos, implica que en ocasiones las libertades de los individuos entran en conflicto, de modo que éstas han de ser reguladas. Más allá de la incoherencia que supone reivindicar un derecho constitucional (como es el derecho a manifestación reunión) cuando se declara la invalidez de nuestro sistema democrático, es evidente que ese derecho colisiona con otro derecho: el derecho a votar libremente. Nuestro sistema tiene unas instituciones que son las encargadas de resolver este tipo de conflictos, y en este caso han optado por resolver este conflicto de un modo razonable: los concentrados en Sol disponen de multitud de fechas al año para hacer oír su voz, luego es natural que cerca de unas elecciones prevalezca el derecho a votar libremente. Pero demos una vuelta de tuerca: imaginemos que quienes amenazan el derecho a voto fueran un grupo de extrema derecha bien organizado, que amenaza con agredir a quien acuda a los colegios electorales. Con acciones de este tipo los totalitarismos se hicieron con el poder el siglo pasado, dando lugar a sistemas mucho peores que los imperfectos sistemas de libertades que derribaron y es natural que existan mecanismos que prohíban ciertos comportamientos. El razonamiento para mí se extiende a las fechas anteriores, cuando la concentración de Sol fue ya prohibida. Sí, ya sé que sin desobediencia civil negros y blancos no se sentarían juntos en EEUU y demás, pero también creo que hay modos de ejercitar esa desobediencia sin lesionar derechos fundamentales de los demás ciudadanos. Y la desobediencia civil, no lo olvidemos, ha de tener como objetivo cambiar la ley, que es la única barrera medianamente decente que tenemos contra la arbitrariedad. Comenzar a crear supuestos en los que es justo saltarse la ley implica entrar en una peligrosa espiral.

El segundo motivo fundamental por el que no me pasaría por Sol es porque, simple y llanamente, no estoy de acuerdo con lo que parece ser su principal motivo de indignación: la falta de representatividad de los partidos políticos. Sin embargo hay que recordar que nuestros partidos políticos, con todos sus defectos, han acumulado millones de votos en las últimas elecciones, de modo que algo de legitimidad tienen, comparados con los manifestantes. Además, creo que existen partidos políticos que gustosamente incorporarían sus propuestas de cara a las elecciones del domingo (si es que no las llevan ya incorporadas), caso de Izquierda Unida. Promoción mediática del ideario no falta estos días, y podríamos considerar las elecciones del domingo un buen momento para comprobar si las propuestas de esos millares de personas concentrados en Sol tiene un apoyo mayoritario. Una de las reivindicaciones implícitas de los concentrados parece ser una mayor dosis de democracia directa. Aunque es una reivindicación que puede ser discutida, no estaría de más recordar que en Italia, Suiza o EEUU tenemos ejemplos de países donde los ciudadanos son consultados periódicamente sobre los más variopintos asuntos y no creo que estén mejor desde el punto de vista de las libertades políticas que España.


El tercer y último motivo que daré (el Zeta de hace diez años me habría mandado a freír espárragos hace tiempo) es que sus “propuestas económicas” me parecen, en el mejor de los casos, inanes. Ya he explicado que en temas económicos no estoy muy fuerte e intento defenderme con prudencia, pero hay una serie de asuntos en los que no creo que los concentrados hayan pensado. Para empezar parece que los manifestantes se oponen a los recortes, pero mi pregunta es: vista la situación desastrosa en la que están las finanzas públicas ¿cómo pagamos los servicios públicos? ¿queremos endeudarnos más? ¿con quién? ¿con China? ¿qué supondría eso a medio y largo plazo? Parece también que una posibilidad de evitar los recortes es no ceder a las presiones de la UE. Muy bien: ¿estamos dispuestos a ir hasta el final y salirnos del euro? Otra opción es la solución “a la islandesa”, cuando no está muy claro lo que Islandia va a hacer ni las consecuencias que tendría para el país no atender a sus obligaciones internacionales. Hay además una gran indignación por los préstamos hechos a los bancos, pero me gustaría saber qué habrían hecho los concentrados en Sol ¿negarles la pasta? ¿dónde habrían ido los ahorros de los trabajadores? ¿en qué situación habría quedado la economía? Señalaría además en este punto que ese tipo de propuestas son también defendidas por conspicuos miembros del Tea Party. Por supuesto habrá quien defienda alegremente una campaña de expropiaciones o subidas de impuestos, pero tengo dudas de que sean capaces de predecir las consecuencias reales de todo esto (sobre la inversión extranjera, sobre la creación de empleo, etc...). No creo, en definitiva, que los manifestantes de Sol representan a esa izquierda que entiende (como señala The Economist a propósito del caído en desgracia DSK) que para redistribuir la riqueza hay que crearla. En resumen, manifestarse “contra la crisis y el paro” no sirve de nada si no se dan alternativas realistas.

En fin, podría haber dado más motivos porque creo que en el heterogéneo cóctel ideológico de Sol hay mucho material bastante averiado, pero creo haber dicho lo esencial. Sin duda en nuestra democracia muchas cosas no funcionan bien. Pero también creo que el sistema democrático actual tiene un sutil mecanismo de contrapesos y equilibrios que, en mi opinión, tiene una complejidad que se escapa a los que piden “Democracia Real”.

domingo, 15 de mayo de 2011

Sobre Montanelli



Hablaba ayer de cómo no es necesario ser de izquierdas para ser antiberlusconiano, y lo hacía pensando en Montanelli. Precisamente ayer Arcadi Espada escribía un artículo sobre el último libro de Montanelli publicado en España, "Cuentas conmigo mismo". El artículo está muy bien, entre otras cosas porque recoge algunos fragmentos que son bastante representativos del tono de los textos de Montanelli, siempre precisos, incisivos y (sobre todo) irónicos. Para terminar de esbozar la figura del legendario periodista italiano, diré que Montanelli fue autor de una voluminosa Historia de Italia que fue un enorme éxito de ventas, que ahora está siendo reeditada por el Corriere con motivo de los 150 años de la unidad de Italia. Varios volúmenes han caído en mis manos (su apasionante Storia di Roma , L'Italia del Risorgimento, L'Italia in Camicia Nera, y ahora L'Italia dei Secoli Bui) y sólo puedo recomendarlos. Dicho queda por si algún lector quiere iniciarse en la lectura del maestro.

sábado, 14 de mayo de 2011

Fin de campaña en Milán


Anoche se cerró la campaña electoral de las elecciones municipales en Italia, que tendrán su primera ronda domingo y lunes, y la segunda (si es necesario) la semana que viene. Una de las ciudades que votan es Milán y ayer F. y yo fuimos a darnos un garbeo por el cierre de campaña de la izquierda, que tuvo lugar en la Piazza del Duomo.

La cabra siempre tira para el monte, dirán algunos, pero esto es sólo cierto en parte. En realidad, no hay que ser demasiado de izquierdas para simpatizar con el candidato del centro-izquierda, Pisapia, como en mi opinión no hace falta ser demasiado de izquierdas para entender que hay que hay que hacer lo posible por desalojar al berlusconismo del poder, representado en Milán por la actual alcaldesa Letizia Moratti. Es más: creo que tres fogonazos (ni programas ni leches, que andamos mal de tiempo) serían más que suficientes para que un hipotético votante entendiera que hay que votar a Pisapia. El primer fogonazo llega al pasear por la ciudad y ver los delirantes carteles publicitarios de la actual alcaldesa (mucho más numerosos que todos los de sus adversarios) ...pensé incluso en su momento escribir algo sobre su modo de ladear la cabeza en una de las fotos, rodeada de niños (¡cómo no!); sobre cómo ese ladeo y ese modo de sonreír al photoshop y de estar rodeada de niños son un síntoma pésimo. Un segundo fogonazo sería enterarse de la jugada de la Moratti, que en el último turno de un debate televisado, cuando Pisapia no tenía posibilidad de réplica, le espetó que era un ladrón de coches (haciendo alusión a un incidente de la juventud rojeras de Pisapia, del que salió absuelto), en una jugada casi tan patética como aquella de Miguel Sebastián con Gallardón. El tercer fogonazo se espera esta noche cuando, según dicen los que entienden al Líder, Berlusconi hará gala de su proverbial respeto por las reglas del juego e instrumentalizará la celebración del Scudetto del Milán pidiendo el voto para su pupila.

Pero en Italia, en fin, sabemos que hay una parte del electorado insensible a estas cosas. Pese a todo, parece que la cosa va a estar reñida y eso es una buena noticia para el candidato Pisapia, porque lo normal en estas latitudes italianas es que el partido berlusconiano arrase. Síntoma de que el centro izquierda puede dar la batalla era el llenazo de ayer en la Plaza del Duomo, donde pudimos escuchar a Pisapia, del que esperamos tenga mejores dotes para la gestión que para la retórica, y algunos temas del cantautor Vecchioni, quien (como su nombre indica) hace música para viejunos y que ha vuelto a ponerse de moda por haber ganado San Remo (lo de Italia con San Remo es un tema de tesis doctoral como poco, y no me atrevo ni a rozarlo en este post). Había de todo: jóvenes y viejos, comunistas de la vieja guardia, radicales de la Bonino, y mucha gente del Partido Democrático, cómo no; parecían ilusionados. El slogan de Pisapia es que “el viento está cambiando” y que “el aire estará más limpio”; concluido el concierto, acaso por efecto de los gorgoritos de Vecchioni, cayó una tormenta tremenda que dejó el aire como una patena. Esperamos que ocurra lo mismo tras las elecciones en Milán.

jueves, 5 de mayo de 2011

Rabiosa actualidad

Estamos a domingo y basta pasarse por las portadas de las ediciones digitales de los diarios españoles para notar que el interés por la noticia de la semana, que quizás es una de las del año, empieza a decaer. Quizás ahora, pasado el griterío inicial, merezca la pena leer con detenimiento lo que tienen que contarnos.

La verdad es que empiezan a resultarme insoportables estas explosiones mediáticas que siguen ahora a prácticamente a cualquier evento. Lo peor es ver cómo los periódicos, en su afán por acumular más análisis y testimonios que la competencia, acaban dando lugar a una intolerable proliferación de memeces; ocurrió con lo de Japón y el patrón también se ha reproducido esta vez. Entre las chorradas que hemos podido leer últimamente, de las que este fenómeno es quizá solo parcialmente responsable, la que en mi opinión se lleva la palma es esa de que Bin Laden estaba políticamente muerto por la "primavera árabe", opinión que tenemos que valorar en su justa medida viniendo de analistas que no vieron venir esa "primavera" hasta que estuvo delante de sus narices (por no hablar de cómo les pilló el propio 11-S). Tampoco pudo faltar la opinión del listillo que no se cree la historia (o sea que EEUU ha decidido, tras diez años de persecución, dar a Bin Laden una nueva oportunidad de humillarles con una cámara digital y un periódico) o las noticias que nos dicen que el sucesor de Osama es un tipo más radical, sugiriendo implícitamente que quizás no ha sido una buena idea cargárselo (idea destinada a revolucionar el milenario arte de la guerra: no te cargues al líder del enemigo, no vayas a encabronarlo). En fin, que (como casi todo el mundo) he estado leyendo aquí y allá los periódicos últimamente y, esencialmente, puedo decir que ha sido una pérdida de tiempo. Mejor habría sido leer directamente a Robert Kaplan (en Italia su artículo lo publicó el Corriere).

Tampoco estoy yo para análisis más sesudos de lo acontecido, la verdad. Me parece un acto de guerra con encaje dentro de la legalidad internacional, asunto que no es menor cuando se trata de una intervención americana, y ha caído un tipo que se merecía que le pasaran cosas peores. Creo que es una buena noticia, sobre todo para mi amigo Obama.

domingo, 1 de mayo de 2011

Una moral (económica) provisional


Cuenta Descartes que para colocar el primer ladrillo de su sistema filosófico, el "pienso luego existo", tuvo que recorrer un largo camino cuyo punto de partida fue una sensación de que todo lo que había aprendido en sus largos años de estudio no valía para gran cosa. Esta colosal tarea de demolición y reconstrucción intelectual presentaba obstáculos importantes, así como algunos incómodos problemas prácticos porque, si nada de lo aprendido es fiable...¿cómo manejarse en la vida hasta que lleguen las anheladas certezas? Explica el filósofo que tuvo que de arreglarse con "una moral provisonal", que le prescribía, entre otras cosas, elegir las opiniones más moderadas. Esto le permitió sobrevivir hasta que terminó de dar forma a su sistema filosófico, sustentado en su famosa máxima y en el que en un par de pasos (¡ni más ni menos!) se llega a la demostrar existencia de Dios. Pero esta es otra historia.

Leer este simpático pasaje del "Discurso del Método" de Descartes me hizo pensar sobre mi actitud reciente frente a la economía. Resumamos la situación: Todo el mundo sabe (especialmente mis sesudos lectores) que estamos en medio de una crisis financiera de aúpa y muchos son los que dicen que es una crisis del Capitalismo, que debe ser "refundado" -o fundido, según algunos. Lo irónico (para mí) es que esta crisis del sistema ha llegado, precisamente, en un momento de mi vida en el que empezaba a verle el punto al Capitalismo. Como resultado, debo decir que mi desconcierto en materia económica no va a la zaga al desconcierto inicial de Descartes. Por eso, he decidido imitar su camino de demolición y reconstrucción intelectual restringiéndome, eso sí, al ámbito económico (mi tiempo y mi fuerza tienen un límite). Y tendré mi "moral provisional" (algunos saben que hace tiempo que la vengo aplicando): pensaré por defecto que los políticos están haciendo lo que buenamente pueden para que un sistema que es beneficioso para la mayoría no se derrumbre, y sólo aceptaré evidencias que muestren fuertemente lo contrario. Con esta moral me apañaré hasta que logre llegar a sólidas certidumbres que, a diferencia del filósofo francés, no perseguiré sentado al lado de una estufa, sino leyendo obras que mi olfato me indique que pueden ponerme en el camino adecuado, y aquí dejaré constancia de mis avances (si los hubiera). La primera es "Los enemigos del comercio", de Antonio Escohotado. Ni que decir tiene que acepto sugerencias de mis distinguidos lectores, cuyo buen criterio es indiscutible.