domingo, 28 de abril de 2013

Félix Ovejero, la propiedad privada y el papel de las abuelas siliconadas

Por más que el capitalismo lo esté poniendo más fácil de lo normal últimamente, hay que reconocer que el nivel medio de nuestros anticapitalistas (del columnista contrastado al tuitstar emergente) es penoso. En mi caso, tanto griterío tiene un efecto contraproducente (para sus promotores); cada exabrupto antiilustrado de estos revolucionarios 3.0 me convence de que la Ilustración (¡que es donde quiero estar!) está lejos de lo que propugnan y cada tuit con soluciones milagrosas me hace un poco más indulgente con el sistema. Por eso la existencia de voces capaces de articular de un modo inteligente una crítica al actual sistema económico es tan preciosa: porque estas voces son muy escasas, y porque permiten sacudirnos nuestra indulgencia, que en general es una pésima compañera. Una de esas escasas voces es la de Félix Ovejero. Como prueba del algodón de la calidad de su pensamiento, basta notar que este profesor es de los pocos progresistas que ha sabido entender (y explicar) que desde un punto de vista de izquierdas es imposible ser comprensivo con el nacionalismo (catalán), una reflexión aparentemente fuera del alcance de muchos de nuestros anticapitalistas.  Por ese motivo sigo con bastante atención sus artículos. Incluso hace poco leí un libro suyo "Proceso Abierto: el socialismo después del socialismo", un buen análisis del núcleo esencial de las ideas socialistas (de lo que queda de ellas después de su fracaso) de la vigencia de estas ideas y de bajo qué forma pueden volver a entrar en la agenda política, con propuestas como la renta básica. Sin embargo, como se imaginarán, el libro no me acabó de convencer del todo. Sobre esto quise escribir aquí algo pero, como me ocurre habitualmente, no sabía muy bien por dónde empezar. Por suerte, el profesor Ovejero ha publicado recientemente un artículo en El País que merece un par de comentarios que van en la línea de los que habría querido hacer a propósito de su libro. Allá voy, pues.

En su artículo "¿Confiscaciones bolivarianas?" Ovejero habla de la reciente Ley Antideshaucios aprobada por la Junta de Andalucía, y de cómo ciertos opinadores conservadores se han lanzado contra ellas por las expropiaciones que prevé. Para Ovejero
..lo único claro de la reacción era su tono fanatizado. La invocación a los derechos de propiedad no se demoraba en argumentos.
Yo no sé casi nada de esta ley, ahora bien: sé que algunos opinadores no tan conservadores no han cuestionado la ley por esto, sino por su deficiente fundamentación legal, que es algo que sí debería preocuparnos. Pero esto es lo de menos. Más interesantes son sus consideraciones generales sobre la propiedad.
Los derechos de propiedad no están escritos en las tablas de la ley (...) Los derechos de propiedad no son anteriores a una estructura jurídica, a un diseño institucional, dentro del cual cobran sentido.
En esto estoy de acuerdo con Ovejero: aunque creo que los derechos de propiedad sí pudieron ser instrumentales para la libertad política (poder decir al soberano: esto es mío) y sospecho que sin aquellos ésta es imposible, creo que no están exentos de discusión dentro de un sistema democrático. Pero avanzando, ay, empiezan mis discrepancias:

Los derechos de propiedad no son otra cosa que una estructura de autorizaciones y de prohibiciones. (...)  Ser propietario de un bien supone asegurarse de que los demás no pueden usarlo.
Discrepo porque los derechos de propiedad son algo más: son el armazón de una estructura de incentivos, sobre la que se sustenta el funcionamiento del mercado. Mi derecho de propiedad sobre mi Ferrari no sólo me autoriza a utilizarlo y a usted no, sino que crea una serie de incentivos: a mí, para comprarme el coche (porque nadie lo usará sin mi permiso);  a usted, para que trabaje duro si quiere tener un coche como el mío; a los constructores de coches, porque habrá gente dispuesta a pagar por sus productos. Crea, en definitiva, las reglas del juego que determinan el funcionamiento del sistema productivo. Es de esta visión limitada de los derechos de propiedad de donde se deriva (creo) la visión de Ovejero sobre algunos defensores del mercado:
"...la pregunta es qué juego de autorizaciones y prohibiciones está justificado (...) El mercado, según algunos, cumple esa función. Las preferencias de las personas nos mostrarían lo que juzgan valioso y lo que no. Los ingresos de Belén Esteban, Pilar Rahola, Cristiano o Messi no harían más que reflejar, a través de las demandas de consumo, lo que la sociedad aprecia. (...) Si los ingresos de estas personas son cien o mil veces superiores a los de un maestro o de una enfermera es porque la sociedad valora cien o mil veces más sus talentos. (...)" 
Desde luego, yo no soy uno de esos defensores del mercado. Lo que yo piense sobre los merecimientos de Messi y Cristiano es irrelevante: para mí sus sueldos son una consecuencia del funcionamiento del mercado, que es el mecanismo que esencialmente regula la actividad productiva. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿si interviniésemos en el mercado para que sueldos como el de Messi y Cristiano no fueran posibles, cómo afectaría al sistema de incentivos que lo sustenta? ¿Aumentaría o disminuiría la producción de bienes? ¿Podríamos pagar los médicos y las enfermeras que tenemos? ¿Más? ¿Menos? Del mismo modo, es posible cuestionar las expropiaciones de la Junta de Andalucía centrándonos sólo en cómo modifican los incentivos existentes: si dificultará a la larga el acceso al crédito, a la vivienda, cómo afectará al desarrollo económico de la región... O hablando de la renta básica, proyecto del que Ovejero es defensor, cabe preguntarse si la modificación de incentivos que conllevaría una sociedad con un salario mínimo para todos los ciudadanos daría lugar a una sociedad más o menos próspera que la nuestra.

Este punto de vista es el que en mi opinión que hay que adoptar al abordar cualquier cuestión económica:  dudar de la inteligencia del Mercado o de la del Estado como dudamos de la existencia de los dioses. No abordar estas cuestiones como estériles debates de principio, sino intentar entender que el sistema económico no es sino un medio para lograr ciertos fines, por lo que sólo cabe preguntarse qué modificaciones de sus equilibrios maximizan aquello que consideramos deseable. Y estar lo suficientemente libres de prejuicios como para entender que la respuestas a estas preguntas puede contradecir nuestras intuiciones. Si como dice Le Clézio
“En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y siliconas para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven”
La pregunta que hemos de hacernos no es cómo conseguir que se invierta menos en silicona y viagra, sino más en la cura del Alzheimer. No es descartable que ello pase por tener una sociedad donde también se invierta más dinero en tener abuelas de neumática delantera acosadas por priápicos ancianitos.

Si hay algo que me desespera de la izquierda es su reticencia a pisar este terreno, una reticencia confirmada en parte por esta pieza de Ovejero. Pero empiezo a sospechar que en el campo progresista algo está cambiando.

13 comentarios:

  1. (Pido perdón a los sufridos lectores por las erratas. Corregidas quedan, espero).

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  2. No serían muchas erratas, al vuelo sólo pillo dos (aparantemente y siloconoa). Conocía la frase sobre los vejetes turgentes -muy buena, por cierto-, pero la había visto atribuida al médico brasilero Drauzio Varella.

    Tal vez la relación viagra-alzheimer sea llamativa aunque menos significativa de lo que puede parecer. La esperanza de vida aumenta y con ella la cantidad de enfermos de alzheimer y el consumo de viagra. En cuanto al razonamiento de que sólo si los laboratorios ganan dinero produciendo viagra pueden invertir en investigación para curar el alzheimer, me parece que ésa será una condición necesaria pero no suficiente.

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  3. Gracias por detectar las erratas y sobre todo por enfrentarse al ladrillo, Josepepe. En cuanto a la atribución la cita de Le Clézio, es cosa de Ovejero y tras unos googles no he podido verificar que efectivamente sea del escritor. Me quedo con la duda.

    Comparto que la relación viagra-alzheimer es menos significativa de lo que pueda parecer. Y también que el que los laboratorios ganen pasta con viagra y otros productos menos importantes probablemente es condición necesaria pero no suficiente para curar el alzheimer. Si quiere, probablemente no podemos establecer una causalidad, pero quizás sí una correlación, y puede que el aumento de una variable conlleve el aumento de la otra. No sé si es así o no, pero la frase de Le Clezio implícitamente descarta esta posibilidad y a mí me preocupa este tipo de dogmatismo que, además, me parece que está reñido con los hechos: en los últimos decenios estamos logrando avances increíbles en la lucha contra las enfermedades y simultáneamente hemos logrado que Berlusconi esté hecho un chaval. Es lo que hay. The world is not here to please you, hay que decirlo más.

    http://politikon.es/2013/05/07/el-mundo-no-esta-aqui-para-hacerte-feliz/

    Por lo demás, con los años estoy perdiendo un poco la paciencia con el ingenio cuando noto que no va acompañado de un alto contenido de (ejem arcadiano) verdad.

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  4. Al tenor de lo que traen las noticias hoy, la frase que cita me viene como dedo al anillo. Hoy no está el mundo para hacerme feliz, no, ni siquiera para distraerme un rato, que es lo que suelo esperar de las noticias.

    Un asunto conexo: el diario belga trae hoy el caso de un niño que ha sido muy mediatizado en aras a conseguir que la seguridad social reembolse el carísimo tratamiento. Por lo visto, el laboratorio que produce el medicamento ha pagado a una agencia de comunicación para que consiga meter la historia del niño en los medios y forzar así una decisión favorable del ministerio en materia de financiación. Objetivo conseguido.

    http://www.lesoir.be/238173/article/actualite/belgique/2013-05-07/soliris-qui-permet-soigner-petit-viktor-sera-rembourse-des-juillet

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  5. También leí la frase atribuida al médico plástico, y me suena también que era una leyenda urbana. La brillante frase que Varella nunca pronunció.

    Sámuel, a mí me pasa al revés. Según me hago viejo, en vez de conservador me vuelvo revolucionario. De salón, eso sí; al viejo estilo NJ. Verás, tengo un buen trabajo. No sólo bueno sino que me gusta. Y cada día que pasa soy menos indulgente con el sistema. Mi empresa está contratando a profesionales de 30 años con el mismo sueldo que me pagaban a mí a los 26. En 1990. Olvídate de cálculos inflacionarios ni hostias, hablo en valores absolutos. Hace 23 años cobraba lo mismo (por el mismo trabajo) que ellos ahora, y aún hemos de leer que de esta saldremos, pero más pobres. No, ya estamos pobres.

    Miro a mi hija: 18 años, 1º de carrera, notas cojonudas… Y me entran ganas de quemar contenedores. Con Rajoy y Maruenda dentro. Y Miguel Ángel Rodríguez, que no se me olvide Rodríguez.

    (Prometo leer todos los enlaces)

    ((¿De verdad tienes un Ferrari? Jo))

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  6. Que tenga desatendido el blog, pase. Que tenga desatendidos a mis selectos comentaristas no. Mis disculpas.

    Interesante esa historia, Josepepe, de la que es difícil extraer más moralejas que la de siempre, la más robusta: al final, todo es más complejo de lo que creemos. Por eso temo tanto a los apóstoles del reduccionismo y de la solución fácil.

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. S., tu comentario me acerca a ese punto donde veo que diverjo de una corriente de opinión que está ahí y que va creciendo en intensidad y que a mí, simple y llanamente, me resulta incomprensible.

    Pero empecemos por el principio, lo de los salarios: cuando oigo historia como la que cuentas, como en general cuando oigo historias de este estilo, siempre me falta entender el porqué. Es decir: si esos trabajadores cobran menos que hace años sólo puede ser porque A) la empresa gana menos por trabajador (porque globalmente produce menos o porque el producto de la empresa ha perdido valor o porque están crujidos a impuestos) o B) hay trabajadores que están cobrando demasiado (¿directivos que se llevan una parte demasiado gorda del pastel?). No hay más opciones... ¿O sí?

    Pero más allá de la incertidumbre en el diagnóstico de por qué somos más pobres que en 1990 (aunque no sé si en promedio es verdad), hay otra aún mayor: si nos pusiéramos a quemar contenedores: ¿después, qué? Porque que el sistema es mejorable no lo duda nadie, pero que realiza tareas razonablemente bien, y que en esas tareas sería difícil encontrarle un sustituto de un día para otro, también me parece que es difícilmente discutible. Yo tengo la impresión de que los que querrían ver el colapso del sistema o no tienen un plan B o que, si lo tienen, puede ser peor que lo que tenemos actualmente.


    (No, el Ferrari ni está ni se le espera. Aceptamos esta terrible injusticia como fallo del sistema).

    ((De los enlaces te recomiendo el último)).

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  9. Sí, hay otra opción, una ley básica del capitalismo: oferta y demanda de empleo. Había tres sistemas económicos y en los últimos 20 años dos se fueron al carajo. Solo queda el nuestro. A ver si consigo explicarlo otro día.

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  10. No habrá revolución, Sámuel. Tenemos demasiado que perder, nos hemos acostumbrado a cierto nivel de vida que no volverá más que en nuestros sueños y/o esperanzas. Pero mantendremos los sueños y el miedo. Si acaso se producirán pequeñas algaradas al estilo de las vistas estos días Suecia. No más.

    Yo sólo los conozco de pasada pero veo nuestro futuro: seremos Brasil, Argentina, uno de esos países de los que está lleno el mundo, con una pequeña clase media, una élite muy rica, y millones de personas empobrecidas viviendo en villas miseria. Creo que nuestra estructura política YA es argentina. El 95% de los países viven así. ¿Has visto grandes revueltas en Perú, en Argentina, en Uruguay? Tampoco las habrá en España. No hay capacidad para absorber 6 millones de parados. Los jóvenes preparados como tú se irán. Y ya está.

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  11. En su evaluación provisional de la reforma laboral, el Banco de España concluye que está sirviendo para bajar los salarios, pero que "en el ámbito del empleo no se observan cambios en las pautas recientes de creación y destrucción de empleo". "En términos del empleo, en un entorno recesivo de la actividad, la pauta de destrucción de puestos de trabajo ha sido muy similar a la de antes de la reforma, tanto en su magnitud como en la concentración del descenso de la ocupación en los asalariados con contrato temporal. Por el lado de la contratación, no se observan hasta ahora modificaciones relevantes de las pautas vigentes previamente".

    Nos ha jodido!! bajar salarios y aumento de los despidos. Eso se lo podía haber dicho yo sin tanto estudio, al día siguiente de aprobar la reforma.

    Hoy me he encontrado con Armando., un amigo. Me cuenta que su hija mayor, Nazaret, está en Shanghai trabajando. Antes pasó por Milán. Con 27 años y arquitecta, inglés, italiano, catalán, es una privilegiada por tener esas oportunidades. Su padre es consciente de que difícilmente volverá a España. Lo triste no es que jóvenes brillantes se tengan que marchar a China o Boston (la hija de una vecina) sino que personajes como la senadora cordobesa del PP (vídeo de Montano el otro día) se quedan en España.

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  12. No lo sé, S. Sé que el fondo de esta crisis ya no sabemos dónde queda, pero me cuesta imaginarnos convergiendo con Brasil y Argentina, y aún más imaginar cómo podríamos reaccionar por el camino. Tampoco sé qué hace falta para una revolución. Ahora en Turquía protesta la generación más próspera en décadas...

    Veo los problemas, veo la tristeza. Pero no sé identificar exactamente su causa última, y mucho menos qué haría falta para arreglar tanto estropicio. A lo más a lo que llego es a intentar desmenuzar los problemas en trocitos, y sobre esos trocitos intento razonar con algo de rigor. Y a eso me aferro. Pero reconozco que el procedimiento da para poco. Tan poco que uno no tiene claro siquiera si una acción privada e insignificante en el gran curso de las cosas, como la de irse o quedarse, es lo que toca o no. Y en esas estamos.

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