domingo, 22 de septiembre de 2013

Contrarréplicas reales e imaginadas.

Bullían el otro día las redes sociales (o quizás fuera sólo mi TL, o quizás fuera yo el que bullía y mi TL no tuviera culpa de nada) con un interesante debate sobre los límites de la ciencia. Los antecedentes son estos: Steven Pinker publicó un estupendo ensayo breve en The New Republic, "La ciencia no es tu enemiga", sobre la necesidad de las humanidades de abrirse a la ciencia. El ensayo fue respondido en la misma revista por el crítico literario Leon Wieseltier, y me lancé a leer con avidez su respuesta al saber por el twitter de Edge que la contrarréplica de Pinker "aparecería en cualquier momento". Lo hice porque tenía tiempo libre y porque tengo la manía de intentar formarme mi propia opinión sobre cualquier asunto de mi interés si las circunstancias lo permiten, aunque sea para tirarla poco después a la papelera (cosa que ocurre a menudo y que previsiblemente ocurriría al leer lo que tuviera que responder Pinker a Wieseltier).

El prolijo texto de Wieseltier resultó tan indigesto como presagiaba el título (de dudoso gusto), "Crímenes contra las humanidades": la vieja cantinela de que hay ciertas cosas que la ciencia no puede explicar, sin entrar a discutir algo tan importante como la propia noción de explicar. El esfuerzo y las prisas, además, resultaron aparentemente inútiles porque la contrarréplica de Pinker no apareció (por motivos que desconozco). Pero finalmente sí que sirvieron de algo, porque poco después apareció en Jot Down un artículo de Cristian Campos sobre esta polémica y pude leerlo con la ventaja de haber reflexionado previamente sobre el tema. Una pieza cuyo título, también, anticipa el contenido: "El dinosaurio de las letras ya tiene su meteorito". Campos, lector apasionado de Pinker, defiende con vehemencia y profusión de argumentos (su estilo y su cadencia soltando galletas dialécticas rivaliza con la de su maestro, Espada) su cientifismo, por el cual
...tanto la religión como la filosofía, la economía o la política son prescindibles. Pura cháchara académica cuya relación con la verdad es en el mejor de los casos anecdótica. Pan y circo. Ornamentos de colores para currículums perezosos. 
Mientras leía a Cristian Campos (como siempre con una sonrisa, como siempre discrepando de él) no pude evitar recordar algunas de estas frases: 
...Como escribió Madison: "¿Qué es el gobierno en sí mismo sino la mayor de todas las reflexiones sobre la naturaleza humana?" (...) Los cerebros tras la Revolución Americana heredaron la visión trágica de pensadores como Hobbes y Hume (...) su teoría de la naturaleza humana podría haber salido directamente de la moderna psicología evolutiva (...) John Adams escribió: "El deseo de ser estimado por los otros es un deseo tan natural como el hambre. Es el principal fin del gobierno regular esta pasión". Alexander Hamilton escribió: "El amor por la fama es la pasión rectora de las mentes más nobles". James Madison escribió "Si los hombres  fueran ángeles, ningún gobierno sería necesario. Si los ángeles gobernaran a los hombres, ningún control externo ni interno sería necesario"...

...frases que he sacado precisamente de un capítulo de La tabla rasa de Pinker, donde lanza la interesante hipótesis de que los inigualados éxitos de la democracia americana (y en general de las democracias liberales) se deben a que sus diseñadores idearon un sistema de contrapesos basado en una visión bastante acertada de la naturaleza humana, capaz de prever algunas de nuestras limitaciones innatas (en el mismo capítulo también argumenta que sus fallos, que los han tenido y graves, pueden deberse a la incapacidad de los fundadores para prever otras). Una visión que, naturalmente no se basaba en la ciencia sino en una reflexión profunda sobre la sociedad y la Historia.

Así pues, creo que este fragmento permite aventurar las líneas que habría seguido la contrarréplica de Pinker, que especulo sería más moderada que la de Campos (aunque luego entendí que el meteorito del que hablaba era más reformista que aniquilador). Imagino que Pinker habría podido decir que, como muestra el ejemplo de los padres fundadores de Estados Unidos, las reflexiones de la ciencia política sí tienen un valor indudable y no es razonable pedir su demolición, sino su reforma. Una reforma que pasaría, donde fuera posible, por incorporar tanto los hallazgos recientes de la ciencia como su metodología, que es quizás donde han logrado expresarse más plenamente los ideales de rigor y honestidad intelectual que se requieren para acercarse a la verdad (que existe, sí): los mismos ideales que probablemente guiaron a Hamilton, Madison o Adams (entre otros) en sus reflexiones. Y que lo mismo puede decirse de la economía, de la historia...

Esa hipotética contrarréplica tiene una cualidad muy apreciable desde mi punto de vista y es que (¡curiosamente!) coincide plenamente con mi opinión al respecto. Y creo que la coincidencia persistirá hasta que finalmente llegue el momento anunciado por Edge, Pinker dé su contrarréplica a Wieseltier y previsiblemente esto que acabo de escribir deje de ser mi opinión y acabe en la papelera.